lunes, 27 de septiembre de 2010

Ensayo de mi ceguera

Colores. La vida esta llena de colores. “¿Me pasas la lapicera negra?”, “¿Te gusta mi remera lila?”, “Odio el color de mis ojos”, “¿No es lindo el color de mi pelo?”
Todo se basa en eso. Nunca lo siento, nunca lo vivo… nunca lo veo.
Me llamo Facundo y soy ciego desde los 4 años. A esa edad tuve una muy grave enfermedad que no pude solucionar, ya que no podíamos comprar los medicamentos importados; estábamos atravesando épocas muy difíciles. Mamá era incapaz de pagar de pagar altos precios.
Mi madre; la oigo todos los días llorar por mi, y le digo que no se preocupe, que ya me acostumbré, no es difícil… no ver.
Madre soltera y con dos hijos, la entiendo, es muy difícil mantenernos.
Tengo un difuso recuerdo sobre ella, era… es hermosa; un hermoso y largo perlo, color… no se; unos grandes ojos, color… no se; una boca carnosa, color… no se. Lo intento, la intento recordar, soñar con ella, pero nada; cada día que pasa, me es más difícil verla, saber quien es.
A la escuela no voy, y una maestra particular me es imposible pagar, así que mamá me enseñaba por las tardes, me hablaba de la vida, que es, que fue.
A la calle no salgo mucho, tengo miedo, miedo de perderme, y de nunca más poder volver
Tampoco conozco a demasiada gente que digamos; solo a mi madre, hermana, alguna que otra de sus amigas, tíos, abuelos… y a mi padre; la presencia masculina que nunca tuve, el se llama Ignacio; nos abandonó un cuatro de noviembre de 1934, para nunca más volver.
Mi madre lo lloró día y noche, esperando que vuelva, pero eso, nunca ocurrió. Hoy en día, febrero de 1950, mamá lo sigue esperando, en vano.
El amor, nunca lo sentí, es difícil sentir algo que nunca tendrás; aunque me lo expliquen y me lo expliquen, nunca lo entiendo; ni siquiera ellos saben lo que es el amor.
Me cansé, no quiero hacer sufrir a más gente, me quiero ir de casa, para nunca más volver. Lo se, se que mi madre me llorará día y noche, no soportará no tenerme cerca, pero ese sentimiento se ira, de a poco me olvidará, solo soy un bulto en su vida, no me necesita; alguna que otra vez me recordará; pero eso será tan solo un problema de la memoria; el que no puede olvidar un pasado que ya fue, que nunca volverá.
Tomé mi abrigo, un poco de dinero y me fui, sin dejar huellas, ni cartas de perdón. Me voy, solo por la vida, esperando que me deparara.
Cruzo una calle, no me doy cuenta, me tropiezo, caigo; pasa una ambulancia; pero no en mi ayuda; el dolor se acaba, todo pasa; detrás de arcoiris esta el cielo, lo veo todo claro, todos los colores; se acaba, se fue ilusión; entro en un cielo… blanco.