Veo lo que soy; veo lo que soy y me arrepiento; me arrepiento de todo lo que no hice, por no hacer de este un lugar mejor; por haber destruido, mi hogar, nuestro hogar.
Camino por mi casa y nada. Camino por la calle, la ciudad, y nada. No logro ser feliz. No creo que una persona pueda ser feliz viviendo en un planeta destruido, No por alguna fuerza externa, sino por nosotros, nosotros, los desagradecidos, que no supimos ver las advertencias que nos dio la naturaleza; la seguiríamos destruyendo poco a poco, hasta que no quedara nada, nada, solo un simple recuerdo, que el tiempo borraria, que el cerebro no entendería.
Camino por la calle, la gente corre despesperada, asustada. Las personas sufren hambre, no tienen que beber, hay guerras, muertes, nada.
Sigo caminando en busca de esperanza, algo que me diga que todavía hay oportunidades de seguir, de poder crear un mundo nuevo.
Veo un arbol, lo que fue un árbol. Recuerdo esas mañanas en las que mama regaba el limonero antes de llevarme a la escuela. A la hora de ir al coelgio siempre haciamos una competencia con mi madre, para ver quien llegaba primero, o sorpresa que siempre ganaba yo. Mi madre, Esmeralda, una hermosa mujer, que me enseño a vivir la vida; recuerdo esa hermosa tarde que fuimos al rosedal, fue el mejor dia de toda mi vida, el mejor recuerdo que tuve, lo admito estuve enamorada de mi madre, era la persona mas cariñosa, amable, comprensiva, hermosa, cariñosa, la amaba, en secreto por supueso. Me enseño a ser hombre, lo que fui. Hasta que un dia se me nublo la vida para siempre; mi madre se murio; se murio por tomar esa maldita agua con arsénico.
Desde ese momento nunca mas volvi a ser el mismo que fui. Todos los dias salia a la calle con una sonrisa en la cara, esperando el porvenir, nunca mas lo volvi a hacer, de ahora en mas salia a la calle con una cara que decia “Dios matame por favor”.
Hoy en dia sigo saliendo con la misma cara de infelicidad a todos lados. Leo las noticias, lo unico que hago es deprimirme, me acabo de enterar que se formo un isla de basura en el Océano Atlantico Norte; cada vez estamos peor! Por favor, hay que recapacitar! Estamos destruyendo todo! No va a quedar nada para el futuro! Nuestro futuro. Yo solia ir a pescar alli con mi padre, y ahora que? La nada! Nadie mas va a poder ser feliz?
No se ven las estrellas el cielo, el sol, lo unico que se ve es semento semento semento! Edificios, que tapan, lo que fue una hermosa vista.
Caminando por la calle me encuentro con una vieja compañera del secundario, Beth. Era la segunda persona mas alegre del planeta, seguida de mi madre por supuesto. Siempre me alegraba esas tardes llenas de nervios por examenes, trabajos practicos, tareas, siempre le veia el lado positivo a las cosas, y hoy la encuentro suplicando por un poco de comida, sufriendo; me ve, me recuerda, empieza a llorar, recuerda lo feliz que fue, como cambio su vida. Me pide un favor, un favor que me lo agradecerá de por vida. Antes de pedirmelo me dice, “te prometo que si me haces este favor, nos veremos pronto, pase lo que pase, te buscare, te encontrare, seremos felices de nuevo, te lo prometo” A todo esto me pide que la mate, que termine con su sufrimiento. Me niego, me reuso, no puedo cumlir su ultimo deseo, No tengo el coraje suficiente para hacerlo. Me toma de la mano, me da su navaja, me pide por favor hacerlo. Me dice: “un solo corte aquí y ya no habra mas sufrimiento, por favor”
Sin remedio alguno, lo hago, y ella con su ultimo respiro, sus ultimas palabras, me da gracias, te espero.
Cansado, grito, grito, ya nada me importa.
Tengo la navaja, el coraje. Lo decidi, me voy a matar, me quiero reencontrar con todas las personas que amo, que ame..
Sostengo la navaja entre mis manos, mis manos sucias, rapidamente y sin dolor lo clavo en mi garganta; al instante caigo al suelo; me despido de esta vida. Me voy con una horrible imagen de mi vida, de donde vivo, de mi planeta; pero con un hermoso recuerdo de lo que fui, de lo que pase, lo que me hizo feliz.